Efectos del tratamiento osteopático en un paciente con hernia discal

Magalí Cazenove OsteopatíaUno de los motivos más frecuente de consulta en osteopatía suele ser por algias (dolores) vertebrales refiriéndome a cervicalgias, dorsalgias, lumbalgias, ciáticas, cruralgias, tortícolis, neuralgias cervicobraquiales. En casi todos estos casos el tratamiento osteopático es de gran ayuda.Dentro de las lumbalgias está el caso específico de las hernias discales lumbares, ya diagnosticadas por un médico gracias a pruebas como resonancias magnéticas y/o radiografías. El tratamiento osteopático de estas lesiones consiste en devolver movilidad y crear espacio entre las vertebras que oprimen el disco intervertebral y desplacen el núcleo central provocando la irritación de la raíz nerviosa de forma constante. El objetivo no es eliminar la hernia en sí, pero sí aliviar el dolor agudo en algunas posiciones; sordo, profundo y continúo el resto del tiempo y reducir los síntomas para evitar a toda costa la posible intervención quirúrgica.Antes de empezar me tomo el tiempo de leer atentamente los informes médicos del paciente. Es importante saber entre qué vertebras está situada la hernia y cuál es su posición (anterior, posterior, lateral derecha o izquierda) para dirigir bien el tratamiento.Durante las sesiones aplico técnicas de masaje de los tejidos blandos, movilizaciones articulares, bombeos, estiramientos suaves, ajustes y en casos concretos el tratamiento osteopático visceral o sacro craneal.En marzo 2014, llegó a mi consulta JC, varón de 31 años con hernia discal entre L5 y S1. Cuando lo vi entrar su cara reflejaba sufrimiento, miraba hacia el suelo y andaba a duras penas ligeramente inclinado hacia adelante. Pero lo que más me impactó fue su agotamiento tanto físico como mental. Llevaba seis meses padeciendo y las inyecciones de calmantes habían dejado de hacer efecto. No veía salida alguna. No tenía ninguna esperanza de volver a subir al monte, actividad que más echaba en falta.Me tome tiempo en establecer el historial de JC y me puse a “escuchar” lo que me contaban sus tejidos. Curiosamente, al contacto de mis manos JC empezó a relajarse soltando algunos que otros “Xe, que bo”. Había recibido varias sesiones de fisioterapia pero nadie hasta ahora le había tocado de verdad. Subí poco a poco la intensidad del tratamiento y cuando más entraba en los músculos más alivio sentía hasta dejar escapar alguna risa de vez en cuando. Acabe la sesión con ajustes en algunos puntos claves de la columna.Le di algunos consejos posturales y pautas para una correcta hidratación.Se levantó y su cara desencajada al entrar estaba relajada mostrando una ligera sonrisa y estaba casi recto.Durante dos meses las sesiones tuvieron lugar cada 2 semanas, luego pasamos a 3 semanas.Hace un mes, JC pudo escaparse al monte con unos amigos, lleva tiempo montando enbicicleta (sin forzar), está bajando de peso con una dieta equilibrada pero sobre todovuelve a reír y a hacer chistas. Nuestro próximo objetivo es que esté puesto a puntopara la temporada de Snowboard.

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