Beneficios de la osteopatía craneo-sacral
En unos artículos anteriores os comenté la eficacia de la osteopatía cráneo-sacral en casos de migrañas y latigazos cervicales. Para muchos este término sonará a chino. Sin embargo, para el osteópata esta terapia es de gran utilidad.La primera razón es que es una técnica muy suave en la que la presión máxima del tacto del terapeuta no supera los 5 gramos. Personalmente, me gusta utilizarla en las poblaciones consideradas más sensibles (bebés, niños, ancianos, mujeres embarazadas a partir del cuarto mes, en condiciones de fragilidad o dolor agudo), donde otras técnicas serían demasiado “invasivas”. La otra razón es su espectro de aplicación y los beneficios que conlleva para la salud de todos. Es un gran aliado para el tratamiento de cualquier afección, mejora la vitalidad y permite que el cuerpo ponga en marcha los procesos de auto-curación.Fue descubierta y desarrollada por el doctor W. Sutherland (1873-1954), discípulo de Taylor Still, el fundador de la Osteopatía. Sutherland tuvo una intuición al observar con detenimiento la sofisticada anatomía del cráneo: “Los huesos del cráneo tienen que estar construidos para permitir un movimiento respiratorio”. Como todo pionero, con ideas revolucionarias en medicina, tuvo muchos problemas incluso dentro del campo de la osteopatía para que se reconociera su descubrimiento y las nuevas posibilidades de sanación que ofrecíaPara Sutherland, el terapeuta sólo es un facilitador que ayuda al organismo a curarse por sí mismo.Esta terapia además de restablecer la salud y el bien estar de la persona lleva a la relajación profunda, una toma de conciencia e induce un efecto meditativo.Algunas patologías en que la terapia ha demostrado su eficacia indiscutible son:- Problemas de tipo respiratorio y digestivo.- Problemas musculares y de la estructura corporal: cifosis, lordosis, escoliosis, ciática, hernias, dolor y tensión muscular.- Alteraciones nerviosas: insomnio, hiperactividad, agotamiento, parálisis facial, tics, pitidos en los oídos, y otras neuralgias.- Cefaleas tensionales, migrañas, dolores de cabeza crónicos.- Alteraciones inmunológicas, alérgicas y endocrinas: asma bronquial, rinitis, sinusitis.- Problemas emocionales: depresión, ansiedad.- Dolores menstruales, desequilibrios hormonales, dispepsia, parálisis cerebral, problemas durante y después del embarazo, estrés, problemas traumáticos, de mandíbula, de vista.