Bienestar, salud y caminatas al aire libre
He empezado esta semana con un regalo de la vida: un hombre que venía por un dolor de cuello, acabó contándome cómo fue capaz de darle la vuelta a su drama personal para cambiar el rumbo de su vida y volver a sentir y disfrutar de lo sencillo y cotidiano. Gracias a él y a su experiencia, he recordado algo tan imprescindible que dejamos de lado a cambio de placeres rápidos, fútiles y materiales y/o ideas erróneas, autoimpuestas y autoritarias: estar bien y simplificar las cosas. En algún momento, sentirse a gusto consigo mismo y en armonía con el entorno adquiere más relevancia que desgastarse física y mentalmente para “ser más algo”.
La dolencia, razón de la consulta, tenía muchos puntos en común con algo que acababa de sucederme a mí y que había observado en pacientes anteriores. Fui directamente al grano y le pregunté: ¿Corres? Me miró sorprendido. ¿Qué relación puede tener un dolor de cuello con correr? Pero enseguida, me confesó que un par de semana antes de “enganchársele” el cuello, había notado pinchazos en glúteos y cadera. Y sí, amigos, a partir de los 40, si además tienes un poco de sobrepeso, correr ya no es una opción de actividad física saludable. El impacto al tomar apoyo sobre el suelo es demasiado estresante para nuestras estructuras anatómicas y desencadena micro-traumatismos repetitivos. Hay que cambiar de mentalidad y pasar a una actividad que sí es saludable para todos: caminar, andar, marchar o cómo quieras llamarla. Hay muchas modalidades de marcha. Sólo tienes que encontrar la tuya: marcha rápida (power walking), marcha atlética, marcha nórdica, marcha descalza en la playa, senderismo, etc.
Todas esas formalidades son válidas y tienen un impacto positivo sobre la salud. Entre los beneficios más destacables encontrarás: fortalecer el corazón, disminuir los riesgos de padecer enfermedades cardio y cerebro vasculares, mejorar la circulación sanguínea en general, mantener la presión arterial, los niveles de colesterol, triglicéridos, glucosa en sangre, mejorar el sistema inmunitario, prevención de diabetes tipo 2, cánceres de mama, colon y útero, prevención de osteopenia y osteoporosis (más aún si se realiza al sol), mantener un peso corporal saludable, disminuir la grasa visceral, prevención de artrosis y artritis, ayuda a prevenir la demencia al oxigenar todas las células del cuerpo y también las del cerebro, fortalecer músculos de piernas, glúteos y abdominales, tonificar brazos y otros tantos beneficios que podrás descubrir por ti mismo.
Pero para mí, el beneficio más relevante de la caminata rápida y al aire libre, si se practica diariamente es sentirme realmente bien.
A nivel físico, me permite descargar adrenalina, sudar, movilizar muchas articulaciones, compensar las horas que paso de pie en la consulta, sentirme oxigenada y muy viva por dentro. Es como un “chute” de aire fresco. Y beneficio añadido constatado, realizo con más facilidad los estiramientos post sesión que después de correr o hacer musculación.
A nivel mental, me ayuda a tomar contacto con mis pensamientos, desechando los tóxicos y resonando con los constructivos. Es como hacer una limpieza diaria al empezar el día (en mi caso). Me hace más consciente tanto de lo que pasa por dentro, como de los detalles externos (luz del día, color del mar, un niño haciendo travesuras, un perro feliz, un anciano sonriéndome etc.) Y si sales a caminar con un amigo o en grupo pronto descubrirás que es un medio muy socializador y de gran ayuda para tomar decisiones en la vida.
En resumen, caminar al aire libre es uno de los pilares del bienestar cotidiano. Es un gesto simple, innato y natural, cómodo y barato. Y por encima de todo es buen para tu cuerpo y bueno para tu mente.
¡Adelante! ¡Aprovecha el clima de Alicante! ¡Sal a caminar!